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Ícono mediático de los programas católicos en Estados Unidos pierde la lucha frente al pecado, oremos por él
La noticia cayó como balde de agua fría en la madrugada. Fotos y comentarios, decisiones y mensajes de perdón. En fin, Padre Alberto Cutié perdió la batalla como muchos de nosotros, como parte de la Iglesia que somos en nuestra opción de laicos o religiosos, frente al pecado de la carne. Venció el mal esta vez.
El peso mediático en relación a la labor que realiza Padre Alberto dentro de la Iglesia es la "rueda de molino" que se ha puesto al cuello. Frente al escándalo el silencio, el perdón. Frente al escándalo, la misma idea que el hombre no puede reprimir su sexualidad. Frente al escándalo, gente a favor defendiendo y muchos más criticando a la Iglesia por un solo hombre. Frente al escándalo, nuestra oración por "ecce homo" y por toda la Iglesia, que somos nosotros.
No es fin de este artículo echar leña al fuego de uno u otro sentir. El fin de estas líneas es de invitarnos a reflexionar sobre nuestras convicciones y valores humanos, de cómo hacemos realidad los mismos en nuestra vida diaria en comunidad o en nuestra intimidad personal. De cómo aquellas decisiones tomadas en un momento de nuestra historia se pierden en este sendero que construimos día a día, decisiones que con firmesa aceptamos y que hoy, en la figura de Padre Alberto nos ayuda a evaluarlas, retomarlas, reescribirlas, volver a celebrarlas.
También quien escribe vaciló en su fe y en su decisión como hombre de amar y respetar a su esposa. Padre Alberto vaciló en su fe y en su fidelidad hacia la Iglesia. Perdí el camino en algún instante de mi ser. Padre Alberto está hoy perdido dentro del "camino ancho". Voltié la mirada de la cruz de Cristo para mirar a través de la celosía de la hipocresía y doble moral. Padre Alberto escuchó la voz del Creador y se "escondió porque se dio cuenta que estaba desnudo".
Dejemos caminar a Padre Alberto en su soledad con Dios, en su infierno y su desierto.
Hoy, después de mucho caminar con mi "rueda de molino", comparto día a día con mi familia, mis hijos, mi esposa. Somos otra vez una sola carne, un sólo sentir con ella, juntos siguiento el mandato de Dios.
Dejemos caminar a Padre Alberto en su soledad con Dios, en su infierno y su desierto. Oremos por él. La Iglesia universal ha perdido por el momento a un buen soldado de Cristo al que el "malo" supo envolver. Dejémosle y pidamos a Dios que nos de fortaleza para no caer, convicción para seguir, fe para luchar, amor para dar a quien amamos y nos ama.
No cerremos los ojos, al contrario, de este suceso aprendamos a ser fieles en nuestras decisiones, verdaderos hijos de Dios, verdaderas personas. Otra vez, te pido que juntos oremos por Padre Alverto Cutié, quien hoy necesita mucho de nosotros y de Dios.
P. Alberto, hombre y sacerdote. Oremos por él