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Padre Álvaro Corcuera, las semillas de purificación

27/05/2014 12:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Sucesor de Marcial Maciel, enfrentó la bomba de los escándalos en la congregación de los Legionarios de Cristo. Su último mensaje revela cómo enfrenta la muerte debido a un tumor en el cerebro

 

 

Leí el mensaje del padre Álvaro Corcuera dirigido a los miembros del movimiento Regnum Christi este fin de semana. En pocas líneas refleja la esperanza de un hombre ante la muerte y una lucha perdida. Nada que hacer, sólo cuidados paliativos para aminorar el dolor, mejorar su calidad de vida y vislumbrar el fatal desenlace.

Álvaro Corcuera fue cercano colaborador de Marcial Maciel, su sucesor y director en un movimiento al borde del caos. ¿Hasta qué grado? Una cosa es clara, el sucesor debería ver por la preservación de los Legionarios de Cristo y sus movimientos apostólicos y, quizá, por la futura beatificación de un fundador; pero el asunto tuvo otras causales conocidas por todos. El grado heroico de Corcuera fue conducir una nave prácticamente hundida en el fondo del escándalo y del desprestigio; salir adelante y salvar lo salvable de un movimiento con miles de miembros alrededor del mundo. Al interior de la Legión, Corcuera tuvo amigos y enemigos y éstos pusieron fin a la labor encomendada por el fundador; fue para bien, en medio de las investigaciones y de la intervención de los visitadores de la Santa Sede, así confirmado por el cardenal Velasio de Paolis al decir que Corcuera llevó su tarea en medio de “un clima de sufrimiento y de incomprensión”.

Los archivos de su vida guardarán lo santo de la Legión y los asuntos más oscuros que convienen quemar en el olvido del tiempo. O quizá, como otros prelados, obispos y favoritos de Maciel, fue engañado por el carisma del líder a quien había reconocido como un auténtico padre y santo, elegido de Dios para una gran misión. El mérito fue haber soportado la tremenda crisis la cual no parece ceder aún, cuando encaró los problemas originados por la cloaca abierta, obedeció y soportó la intervención de la Santa Sede y pidió perdón a las víctimas, respondiendo a las presiones externas sobre la Legión.

En contraste, la vida de Álvaro Corcuera estará bajo la sombra de Marcial Maciel; morirá con el estigma por haber sido hijo privilegiado del fundador, acompañarlo en su lecho de muerte y cantar un panegírico funerario casi glorioso sobre las virtudes del padre cuando eran conocidos sus pecados y delitos.

La Congregación no son números ni estadísticas, la evangelización no es cubrir carencias con la búsqueda de líderes conforme a los criterios del mundo

Algunos recordarán a Corcuera como el hombre con las agallas para resistir lo que otros no abandonado la nave; su administración dio paso a la transparencia  y a la necesidad de reconciliación, purificación y renovación. Extirpar lo podrido para salvar lo decente; otros más lo verán como el sucesor quien llevará a la tumba los mayores secretos de Maciel que sólo serán abiertos ante el tribunal divino.

El dolor físico del sacerdote ahora se asocia con el de Cristo. Su mensaje, el anuncio de su muerte, no deja atrás este evento durísimo como un hecho de fe. Quizá este mal lamentable es resultado final de una existencia que soportó el crisol tremendo y de agonía por el que pasó una congregación religiosa. Que haya renacido en su cabeza es una penosa alegoría, el mal está latente, algunos Legionarios deben evitar el despotismo en sus cargos de responsabilidad, la Congregación no son números ni estadísticas, la evangelización no es cubrir carencias con la búsqueda de líderes conforme a los criterios del mundo sino que se debe a una causa superior, la del Reino de los Cielos predicado por su único comandante, Jesucristo, es urgente acabar con la enfermedad para que la Legión no se extravíe de nuevo.

La existencia y persona de Álvaro Corcuera fueron el catalizador de una dolorosísima expiación, más que cualquier cilicio o elemento de mortificación personal, es el resultado de una vida de tensión entre lo divino y lo demoniaco, de un hombre codeándose con la santidad y lidió, al final, con la mentira y destrucción.

La Legión tiene una oportunidad magnífica. De entre todos los hombres y mujeres alguien debe poseer el genio y talento para recoger y escribir su epitafio. El testimonio de Álvaro Corcuera es necesario, es el baluarte que esconde las semillas de la purificación para afirmar a la Legión de Cristo como una obra para bien de toda la Iglesia.

Corcuera llevó su tarea en medio de “un clima de sufrimiento y de incomprensión”

Blog Sursum Corda.

Guillermo Gazanini Espinoza http://blogs.periodistadigital.com/sursumcorda.php

 


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