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Esta historia sin profundidades me acompañó durantealgunos viajes en transporte público, en Madrid. Foto: Zvonimir Ilovaca LeiroLa primera novela de la española Cristina Campos está llena de lugares comunes, personajes planos y una trama predecibleLeerPan de limón con semillas de amapola, la primera novela de la española Cristina Campos, fue una verdadera tortura. Durante las dos semanas que tardé en terminar el libro, sólo pensaba en el tiempo que estaba perdiendo. Aguanté la lectura hasta el final por dos razones. Primero, porque no suelo dejar los libros a la mitad; así no me guste, trato de terminarlo para dar una opinión con propiedad. Y segundo, porque lo escogimos en el club de lectura y quería participar de lleno en la discusión. Pero la verdad es que no me gustó la historia ni los personajes ni el estilo ni la narración. No rescataría absolutamente nada de esas 411 páginas, que se publicaron por primera vez en enero de 2016.En principio, la sinopsis me llamó la atención. Dos hermanas heredaron un molino y una panadería en Valldemosa, un pueblo de Mallorca. Una de ellas, Marina, que trabajaba como médico cooperante en una ONG, viajó desde África para firmar el documento de venta y olvidarse de ese asunto. Pero lo que sería una visita de un par de días, se convirtió en una estadía de meses: Marina quería descubrir quién era la dueña de la propiedad y por qué les había legado a dos desconocidas ese lugar en el que había trabajado durante buena parte de su vida.Las reseñas en blogs y en la red social Goodreads decían que era una historia hermosa, escrita con sensibilidad y tino. Pero lo que me encontré fue algo muy distinto. En primer lugar, las frases cliché me molestaron desde el inicio. Un ejemplo: "Marina cerró los ojos. Su alma en mil pedazos. Sintió la pena en lo más profundo de su corazón". Otro: "A ellos no les había separado el desamor, sino el destino". El libro entero está repleto de expresiones de ese tipo, que me hacían voltear los ojos y desear no haberlo empezado nunca.
Las molestias que produce esta novela se puedensobrellevar mejor con los paisajes que se muestran a lo lejos enel Renfe de Madrid. Foto: Zvonimir Ilovaca LeiroA eso se suman los lugares comunes en el fondo de la historia. Anna, la otra hermana, que estaba casada con un hombre detestable, se reencontró con un novio de la adolescencia, al que no veía desde hacía 30 años. Por supuesto, hubo cartas que él envió y ella no recibió nunca ?después de una conversación en el club de lectura, concluimos que es una especie de copia deThe Notebook?. Por supuesto, se hicieron amantes. Por supuesto, el tipo era perfecto, sensible, con buen cuerpo, todo lo contrario al esposo egoísta y maltratador.Y esa es justamente otra de las críticas: los personajes son absolutamente planos, o buenos o malos, o ricos o pobres, sin ninguna complejidad interesante. Sí es verdad que Marina vive el conflicto entre su profesión y el deseo de maternidad, entre la necesidad de vivir una aventura eterna por el mundo y la visión de un futuro en un lugar estable, pero la reflexión sobre el asunto está llena de prejuicios machistas y elementos que no aportan nada profundo ni novedoso. A lo que se suman frases que dicen algunos personajes y que tienen un fondo racista e ideas preconcebidas sobre la idiosincrasia española.El final, además, es predecible, y utiliza un recurso tan manido que lo deja a uno molesto y preguntándose cómo pueden publicarse cosas así. Es verdad que a veces hay ánimos de sumergirse en una lectura ligera, pero este libro sobrepasa todos los límites del sinsentido.
El sabor amargo de la cerveza no me gusta mucho, pero es ideal para ayudar a digerir el excesode lugares comunes en esta novela. Foto: Ariana Guevara GómezEl fragmento"¿Existía el deseo de paternidad? Si un hombre llegaba a los cuarenta, a los cincuenta años sin hijos..., ¿sufría? ¿Tenían los hombres la necesidad de tener hijos??Es lo que mi experiencia me ha enseñado hasta hoy, Mathias, y, por supuesto, puedo equivocarme... Creo que los hombres no sentís la necesidad de tener hijos y, por cómo te has comportado hasta ahora con esta niña etíope, pienso que tú tampoco la tienes. No creo que nunca llegues a entender el dolor que siente Marina en lo más profundo de su corazón".El datoPan de limón con semillas de amapolava por la séptima edición y, tal como dijo Campos en unaentrevista, se vende en Alemania, Italia, Polonia, Portugal y Bulgaria. Además, integra la lista de seleccionados deLibros en la Berlinale, una plataforma que forma parte del Festival de Cine de Berlín y que permite presentar obras de literatura a productores de cine. También la autora reveló que Filmax compró los derechos para hacer una película basada en el libro, que estará dirigida por Benito Zambrano.Sobre la autoraCristina Campos nació en Barcelona, España, en 1975, y estudió Humanidades en la Universidad Autónoma de Barcelona. Durante 10 años fue directora de casting de películas comoRec, Cómo sobrevivir a una despediday, entre otras, Mientras duermes, además de series y films para televisión. También estudió en la Universidad de Heidelberg, en Alemania, y trabajó en la organización del Festival Internacional de Cine de Mannheim. Después de tener una mala experiencia con una beca para escribir un guión cinematográfico, decidió dedicarse a su novela. Para lograrlo, estuvo 10 días en Valldemosa haciendo la estructura de la historia.