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Benedicto XVI estará en España... ¿y Somalia?
Guillermo Gazanini Espinoza. Blog Sursum Corda / 11 de agosto.- Imagine el lector que Benedicto XVI anunciara la realización de un hecho inusitado y sin precedentes durante la Jornada Mundial de la Juventud. Un hecho de alcance global como es la crisis de Europa o más grande que la zozobra a la cual se enfrenta el mundo por la voracidad y apetito de los capitalistas calificadores de las naciones con siglas AAA, BBB y CCC… Benedicto va a una España con millones de parados e indignados, organizados en el 15M, las acampadas, DRY y otros grupos que denuncian la crisis del sistema, al que muchos también quieren incluir a la iglesia de ese país, con sus particularidades y pecados. Todos ellos ahora creen que es un débito moral pronunciarse contra la visita del alemán por estar financiada con recursos del erario público, supuestamente, que deberían destinarse a otras causas y paliar las emergencias que se ciernen sobre la economía de esa nación.
Benedicto XVI no es del agrado de todos, ha sido objeto de burlas y de comentarios que no vendrían al caso repetir y son conocidos por todos. Los grupos en contra no sólo se manifestarían por el supuesto financiamiento público, sino que, a su paso, le retarían haciendo demostraciones burdas y absurdas como el de parejas gay besándose o de individuos disfrazados de bebés y de curas para denunciar la pederastia clerical, francamente posturas y demostraciones vacías que carecen de la mínima propuesta y son antagónicas suscitando más odio que apertura al diálogo. Y también esa visita tiene ventajas. Esto es evidente al observar la derrama económica que los peregrinos harán a pesar de las molestias que son obvias por la gran movilización de personas; además, la Jornada Mundial de la Juventud, es incuestionable, representa la manifestación de la libertad de creer y de fe de la que gozan miles de seres humanos, misma que es pregonada por quienes defienden el estado laico. España será testigo del odio y aprecio al líder espiritual de casi mil millones de personas en el mundo y otros más quisieran que, en lugar de España, Benedicto realizara una visita especial a un punto crítico del orbe, Somalia
La crisis del Cuerno de África, estratégico en el comercio internacional, es resultado de las voraces políticas del mercantilismo y del capitalismo que han empobrecido a las naciones del continente. Desde su colonización y dominación, Europa, entre ellos España, se vio beneficiada por sus recursos naturales y humanos que fueron diezmando, por siglos, su riqueza; ahora, el antiguo protectorado británico, italiano y francés, es foco del mundo indignado por su hambruna, nada nuevo, y las graves sequías que amenazan a millones. La forma de vida, por más que leamos en los informativos, son inimaginables, nuestra capacidad de respuesta escapa a las condiciones de sobrevivencia que los somalíes pasan ahora, mientras debatimos si Benedicto debe estar en España.
Benedicto tiene derecho a estar en España porque ahí también se juega el futuro de la catolicidad y de Europa
Religiosos y teólogos han pedido a Ratzinger estar en Somalia para llamar la atención del mundo “civilizado”. El Vaticano y el protocolo de la Santa Sede tiene sus razones para que un papa no esté en ese suelo seco y muerto: seguridad, salud, ingobernabilidad, terrorismo, la molestia de los responsables al saber que un personaje de tal talla estuviera entre refugiados, perseguidos y hambrientos. Pero, aún cuando el papa se manifestó llamando la atención por esa catástrofe humanitaria y enviara, según algunos, sumas nimias que serían el producto de un día de ganancias de los dueños del capital, tal vez tendría razones sobrenaturales para ir al Cuerno de África estando, potencialmente hablando, a un paso de cubrirse con la gloria del martirio desde el papa Martín en el 656 y emulando a los obispos mártires ancianos, como el doctor de Esmirna que en torno al año 155 enarboló la palma de la gloria porque fue el primero, según el acta de su martirio, “que se puso en manos de los malvados… se hizo nuestro modelo, enseñándonos a morir no por utilidad propia, sino también por la de nuestros hermanos. El martirio, a aquellos que la padecen, les acarrea la gloria celestial, la cual se consigue por el abandono de las riquezas, los honores e incluso los padres…”
E imagine el lector ese hecho inusitado: el anuncio, en plena Jornada Mundial de la Juventud durante la celebración de la eucaristía, con la parsimonia de voz y palabra del anciano papa, teniendo en mente a esos cuarenta papas mártires que le antecedieron, de efectuar una visita que ni el mismo antecesor pudo hacer: ir al Cuerno de África y estar con los niños somalíes para darles de comer, un hecho que para analistas, vaticanólogos, teólogos, especialistas, indignados, pobres o ricos, dejaría estupefactos. Pero Benedicto es sumo pontífice de una cristiandad que cada día se ve amenazada por el relativismo y los antivalores; más de 350 millones de personas en el mundo son perseguidas por ser católicas y cristianas. Todos quisiéramos a Benedicto en los campos kenianos de refugiados somalíes y que hiciera lo que El Grande no pudo… pero así como anhelamos que estuviera en ese continente, también desearíamos que viviera entre los católicos chinos que están en la clandestinidad y la persecución; que fuera uno con los cristianos de oriente medio al borde de la extinción; que viviera entre los liberianos diezmados por las guerras civiles y las enfermedades contagiosas; que visitara a los mexicanos que padecen el miedo, la zozobra de la violencia y la incertidumbre social; que abrazara a las familias del medio millón de personas que murieron en Darfur; que consolara a las víctimas de los abusos de pederastas en cada diócesis de Europa; que escuchara a los miles de inmigrantes centroamericanos que profesan el catolicismo que tienen que abandonar sus países para encontrar suerte en los Estados Unidos…
Y Benedicto tiene derecho a estar en España porque ahí también se juega el futuro de la catolicidad y de Europa. La demostración en su contra de los indignados españoles es prueba de eso, la Iglesia católica ahí necesita renovación y optar por la cuestión social como lo predica el magisterio pontificio; a pesar de los descalabros sufridos, la palabra del papa pondrá a un Cristo sufriente a lado de los españoles que nada tienen y con una juventud católica indignada y sedienta de un mundo decente y mejor con la justa distribución de la riqueza y oportunidades para todos sin distinciones, removiendo las conciencias y renovando actitudes de propios y extraños, que denuncien y acaben con la corrupción y violencia, física y moral, que nos está empujando al borde del abismo del sin sentido y de la relativización de la dignidad de la persona.