Globedia.com

×
×

Error de autenticación

Ha habido un problema a la hora de conectarse a la red social. Por favor intentalo de nuevo

Si el problema persiste, nos lo puedes decir AQUÍ

×
cross

Suscribete para recibir las noticias más relevantes

×
Recibir alertas

¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que John Miller escriba una noticia?

Los pirómanos y el cambio climático

05/06/2014 11:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Todavía en primavera ya comenzaron los fuegos, casi siempre intencionados. Con sigilo y alevosía, alguien se sube a un todo terreno y va sembrando llamas por parajes solitarios, provoca conatos en lugares de difícil acceso para que la erradicación sea complicada. Dicen los psicólogos que un pirómano es un individuo con un trastorno de los impulsos, que le produce una atracción anormal por el fuego y todo lo relacionado con este. La sintomatología se manifiesta en la producción de incendios y en el gozo que sus consecuencias originan. Existen en todas partes, pero aquí en las islas han provocado catástrofes ambientales en los últimos años, y son muy contados los que han podido ser detenidos y llevados ante un juez. Paralelamente, el Pentágono publica un informe según el cual el cambio climático será peor que el terrorismo, los contrastes aumentarán y en los países donde la situación alimenticia ya era crítica empeorará más todavía.

Puede que los pirómanos sean personas que padezcan una enfermedad mental, pero también pueden ser gente enfrentada a la sociedad por una mala situación económica, personal o social. A veces las personas se encuentran frustradas y no encuentran la manera de desahogar sus problemas, y por ello toman represalias contra los demás, a veces forman parte del propio personal contratado para la extinción en cuyo caso habría que extremar las precauciones a la hora de contratar ese personal, en otras ocasiones son miembros de este personal que han sufrido una situación de despido como consecuencia de los recortes. Entonces es como si actuaran para sentirse aliviados tras lo que juzgan una injusticia. Es posible que posean una incapacidad para controlar los deseos de incendiar, pero también es probable que en algunos de los casos se mezcle el instinto del vandalismo, tan presente en las sociedades urbanas. Algunos son incapaces de aceptar la armonía de un parque, un parterre con flores, un monumento en la vía pública. Y entonces proceden a destrozar lo que tienen ante sus ojos.

Señalan los expertos que la patología suele desarrollarse a temprana edad, afecta con mayor frecuencia a los varones, especialmente a los que no consiguen destacar socialmente. Puede haber afectados de todas las edades, pero es más frecuente en la adolescencia. En la infancia aparecen casos, mayormente causados por la curiosidad, más que por patologías de comportamiento. Muchos pirómanos se involucran con actividades relacionadas con el fuego, como bomberos, programas de prevención de incendios, fábricas de fuegos artificiales, etc. El pirómano atraviesa por dos fases cuando provoca un incendio: antes de cometer el delito sus niveles de adrenalina están disparados, pero una vez iniciadas las llamas descargan la tensión acumulada con el disfrute de sus consecuencias, sensaciones gratificantes. El pirómano no experimenta remordimientos por su acción, sólo está interesado en la satisfacción que consigue. No existe un tratamiento concreto para esta enfermedad, y en general, no hay motivaciones que lleven a estos individuos a desear una cura. Por lo general es la prisión la única vía segura para evitar que provoquen nuevos destrozos, pero no existe la cadena perpetua para tales casos.

En unas islas superpobladas como las nuestras y con una masa vegetal insuficiente, podríamos pensar que la repetición de los incendios forestales perjudica de manera significativa el régimen de lluvias. Además, los expertos señalan que el cambio climático, ya imparable, está lleno de riesgos. Por ejemplo con respecto a las precipitaciones se observa que en conjunto podrían aumentar, aunque no se repartirán homogéneamente. Allí donde antes llovía mucho, ahora lloverá más aún y donde llovía poco, lloverá menos. Inundaciones y sequías extremas, a la Península Ibérica y a Canarias les corresponde una mayor desertización. En este sentido los contrastes aumentarán, y en los países donde la situación alimenticia era crítica empeorará. Evidentemente esto tendrá repercusiones para la seguridad mundial. No en vano hace algunos años el Pentágono explicó en un informe que la amenaza para la seguridad mundial por causa de un cambio climático descontrolado será mayor que la causada por el terrorismo.

El profesor y climatólogo Mojib Latif ha declarado que el problema de la nutrición mundial se agudizará, y los indicios empiezan a concretarse. La cosecha de trigo se ha reducido en los últimos 50 años, y el trigo ?igual que otros productos esenciales­­? se ha convertido en instrumento apto para la especulación en bolsa, de hecho grandes corporaciones compran cosechas enteras para luego traficar con ellas. Y aunque ya nadie duda de la repercusión negativa que el cambio climático tendrá sobre la comida, lo cierto es que la actual forma de alimentación repercute a su vez sobre el cambio climático. Coches, aviones y la industria son considerados como los principales causantes, también la bombilla tradicional, pero Latif sin embargo nombra un causante mayor: la ganadería. El 20% de las emisiones de metano a la atmósfera proviene de los 1.500 millones de reses vacunas que existen en el planeta y el metano contribuye a su vez en un 20% al calentamiento global, además otro dato negativo es la creciente destrucción de las selvas tropicales para aprovechamientos de madera, construcción de presas, cultivos de forraje, etcétera. Vamos, que tendríamos que adoptar el régimen vegetariano.

Renunciar al filete diario de carne sería un gran beneficio para la selva tropical, para el clima y en definitiva también para los animales. Sin embargo, no se augura ningún cambio fundamental. Para este experto el mal reside básicamente en la postura del ser humano: el problema es que estamos programados para actuar sobre la inmediatez, nuestra forma de pensar solo se refiere al aquí y ahora. Pensamos en nosotros mismos y no en las generaciones venideras, además hemos perdido el respeto a la naturaleza. El accidente nuclear de Fukushima fue una prueba de ello, pues esa central estaba construida para aguantar un terremoto de grado 8 y sobrevino uno muy superior. Además la ola que generó fue de 10 metros de altura, mucho mayor de lo que se pudo presuponer. Los científicos opinan que tendríamos que volver a sentirnos humildes ante la grandeza de la naturaleza, único modo de que nuestros descendientes vivan todavía en un planeta habitable.


Sobre esta noticia

Autor:
John Miller (1081 noticias)
Fuente:
blogdeleonbarreto.blogspot.com
Visitas:
1927
Tipo:
Reportaje
Licencia:
Distribución gratuita
¿Problemas con esta noticia?
×
Denunciar esta noticia por

Denunciar

Comentarios

Aún no hay comentarios en esta noticia.