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Brasil registró en 2014 las peores ventas de autos en cinco años, en consonancia con el estancado crecimiento que lacera a la mayor economía de América Latina.
Quinto mercado mundial de coches detrás de China, Estados Unidos, Japón y Alemania, Brasil vendió el año pasado cerca de 3, 5 millones de automóviles, utilitarios, camiones y buses.
Una caída de 7, 15% respecto a 2013, cuando se comercializaron 3, 7 millones de unidades, según la Federación Nacional de Distribución de Vehículos Automotores (Fenabrave).
El resultado es el más débil desde 2009, cuando, en plena crisis financiera internacional, se vendieron 3, 14 millones de vehículos.
En este escenario de bajas ventas, los fabricantes se vieron forzados en el último año a dar vacaciones colectivas, suspender contratos de forma temporaria, hasta llegar al recorte de personal.
Volkswagen, por ejemplo, anunció el martes la salida de 800 empleados de la mayor fábrica en el país, y se prevé que otros 1.300 pasarían a engrosar la lista. La medida fue rechazada por los 13.000 trabajadores de esa planta, que iniciaron una huelga indefinida.
- Preocupantes señales -
El sector automovilístico, uno de los mayores empleadores y dinamizadores de la actividad, refleja el difícil momento de la economía brasileña.
Aumento de los intereses, presión inflacionaria, bajo crédito y al final de cuentas, poca confianza del consumidor, ensombrecen el panorama.
Tras un alza de 7, 5% del PIB en 2010, la economía brasileña retrocedió 2, 7% en 2011, 1% en 2012 y 2, 5% en 2013. Para 2014, analistas esperan una expansión económica cercana a cero, y un despegue de 0, 5% en 2015.
"Tuvimos un año de dificultad económica, un PIB relativamente estancado. La exoneración del impuesto [a los productos industrializados (IPI) que rigió hasta finales del año pasado, ndlr] fue útil en un momento, pero para automóviles y camiones, se necesita el avance del PIB para crecer", dijo el presidente de Fenabrave, Alarico Assumpçao.
Entretanto, los despidos masivos aparecen como la consecuencia inevitable de la caída de las ventas. Los 800 en la planta de Volkswagen de Anchieta, ubicada en Sao Bernardo do Campo (estado de Sao Paulo), fueron notificados a través de "cartas que les decían que no volvieran a sus puestos de trabajo después de las vacaciones", indicó el sindicato en un comunicado.
Volkswagen señaló en un comunicado que antes de los despidos tomó medidas que "resultaron insuficientes" como el recorte de la contratación de servicios.
No obstante, el sindicato aseguró que los despidos no podían efectuarse de forma unilateral, basándose en una convención firmada en 2012.
La mayoría de los 13.000 obreros en huelga permanece en sus puestos "de brazos cruzados, sin trabajar", informó a la AFP una fuente del sindicato.
Anchieta es la fábrica de Volkswagen más grande y antigua de Brasil.
Unos 244 obreros dejaron de trabajar en la fábrica de buses y camiones de Mercedes Benz. Formaban parte de otro grupo de 1.015 empleados en paro forzado, indicó su sindicato.
En agosto, fabricantes como Ford, Fiat y General Motors habían informado que tomarían medidas como vacaciones forzadas y suspensiones temporales de empleo y sueldo para disminuir la producción de vehículos, en un momento de caída de las exportaciones.
Las exportaciones de carros cayeron 41, 7% entre 2013 y 2014, según cifras oficiales.
- La apuesta de Nissan -
Pese a la contracción de la industria automovilística, el presidente mundial de Nissan, el brasileño Carlos Ghosn, anunció que la empresa mantendrá sus inversiones en el país y se propuso a conquistar el 5% del mercado hasta 2016.
"Estamos decepcionados con el nivel del mercado brasileño pero continuamos invirtiendo", dijo este martes Ghosn.
El fabricante, que anunció inversiones por 2.600 millones de dólares en Brasil hasta 2017, tiene actualmente el 2, 5% del mercado de autos del país.
Ghosn cree que 2015 podría presentarse como un mercado "estable", "aunque esto dependerá de las medidas adoptadas por el nuevo equipo económico y si habrá apoyo al consumidor".
La presidenta Dilma Rousseff, que inició su segundo mandato el 1 de enero, designó un nuevo equipo económico para poner orden en las deudas, con una reducción del gasto, sin abandonar los programas sociales, y una revisión tributaria.