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4 poemas de Felipe Benítez Reyes (Poesía de la Experiencia)

30/11/2012 16:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Este poeta andaluz (Rota, Cádiz, 1960) es uno de los representantes de la denominada "poesía de la experiencia", esa variante intimista y neorromántica. Narrador, ensayista, articulista, ha ganado el Premio Nadal de novela, el Hucha de Oro de cuentos, el Julio Camba de periodismo, el Ateneo de Sevilla de novela, el Loewe de poesía, el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura.

image El dibujo en el agua

Bien sabes que estos años pasarán,

que todo acabará en literatura:

la imagen de las noches, la leyenda

de la triunfante juventud y las ciudades

vividas como cuerpos.

Que estos años

pasarán ya lo sabes, pues son tuyos

como una posesión de nieve y niebla,

como es del mar la bruma o es del aire

el color de la tarde fugitivo:

pertenencias de nadie y de la nada

surgidas, que hacia la nada van:

ni el mismo mar, ni el aire, ni esa bruma,

ni un crepúsculo igual verán tus ojos.

Un dibujo en el agua es la memoria,

y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.

Tú harás ese dibujo.

Y de repente

tendrás la sombra muerta

del tiempo junto a ti

Kasida y Rondó

Las ciudades sin ti no las recuerdo Son las flores cerradas del mundo Las ciudades sin ti no tienen nombre Las ciudades sin ti no las recuerdo La noche solitaria que parece Tan solo una tiniebla vagabunda La noche en que no estás tiembla mi noche Si el vacío me mira con tus ojos Vale más el vacío que la vida Si me mira el vacío con tus ojos La noche en soledad corrompe sueños La noche en que no estás tiembla mi noche

Habitaciones prestadas

Era un sonar de llaves indecisas. Un ruido profundo de ascensores; inquietados huéspedes de aquellos edificios de la periferia, dorados por la tarde. Era buscar a ciegas Interruptores de luz, como quien busca en esas bibliotecas truculentas el secreto resorte que conduce a la cámara privada el sitio inconfesable. Era el olor de sábanas extrrañas y el olor desconsolado de los cuartos de huéspedes, con libros y revistas de desecho. Era vestirse con el frío. Salir de allí de nuevo como extraños. Más unidos, en fin, por una sombra. El amor tiene ahora en el recuerdo olor a cuartos húmedos y el sonido furtivo de una puerta al abrirse.

Hay un lugar en que la vida tiembla

Hay un lugar en que la vida tiembla ante el viento y la noche igual que un pensamiento equivocado. Un lugar de cristal que alguien ha roto y en que ya no andará descalza la inocencia. Un lugar en que flota el cadáver de un niño ahogado en un mar de relojes que giran con el dolor de los juguetes averiados. Y ese mar suena a orquesta de difuntos que interpreta Las partituras indescifrables del tiempo. Y hay un baile de espectros incesantes, y sus rostros son los mismos de aquellos que andaban por la casa, que hablaban de viajes y países, que traían regalos de ultramar, cuando tenía antifaces la vida, y era la dama loca que se abría como una flor de nieve cada día en los ojos que miraban asombrados los naufragios de los buques fantasmas, el vuelo de las cometas en la playa errabundas y la fugacidad de los castillos de pólvora, al final de los veranos eternos, cuando se desgarraban los toldos por el viento y volaban por las calles vacías los sombreros perdidos, plumas de gaviotas y arenisca, los jirones de carteles de cines y de circos que traían el silbido de las balas, la furia de las fieras y los ojos vendados del lanzador de cuchillos ante la ruleta de la muerte. Hay un lugar en que aún suenan los broncos abordajes de piratas a los barcos británicos, el rugido de tigres de Bengala y la sonrisa rota de los magos de Holanda y de Turquía. Hay en ese lugar Imágenes borrosas de mujeres en cuartos de hotel, en asientos traseros de unos coches furtivos, parados en los bosques como brillantes amuletos de juventud; imágenes borrosas de mujeres en alcobas prestadas, en pasillos de edificios que tienen la condición de laberintos recordados. Hay un lugar en que recorren las sierpes del rencor la arena blanca. Hay un lugar en que todo está dicho y todo está perdido. Y ese lugar -apréndelo- es tu corazón.


Sobre esta noticia

Autor:
John Miller (1081 noticias)
Fuente:
blogdeleonbarreto.blogspot.com
Visitas:
3647
Tipo:
Reportaje
Licencia:
Distribución gratuita
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