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Autor: Eugenio D´ Medina
Fuente: Diario Correo
No termina de pasar la última elección en Lima y ya el PPC se apresura a hacer suyo un triunfo que no fue tal, a la luz objetiva de los resultados. Era esperable. Y la factura subsecuente ya se le empieza a pasar a Susana Villarán.
Pero a pesar de los disfuerzos y esfuerzos de algunos de los muy pocos "notables" del PPC por erigirse como los grandes ganadores de la pasada consulta electoral, lo cierto es que lo que inclina la balanza a la permanencia de la alcaldesa en el cargo fue el errado cálculo del elector promedio que pensó que votando "No" se libraba de la incomodidad de otra elección. No fue otra cosa.
Creer que el microscópico PPC pudo tener alguna capacidad de endose, o que Lourdes Flores puede convencer a las masas populares, implicaría ser portador de una miopía tan severa que podría ameritar la locura de revivir a la antigua Democracia Cristiana y a sus cuatro gatos también.
En realidad, el PPC está ante un pírrico seudo-triunfo, si a eso podemos llamar a que la totalidad de sus regidores hayan pasado con 10.5 un examen que perfectamente pudieron desaprobar. Ha sido alto el costo de salvar a sus regidores y su precaria presencia en el manejo de la ciudad, ganando ese derecho por la puerta falsa que se les abrió con la revocatoria, ya que no pudieron entrar por la puerta principal de las elecciones de 2010.
Ese costo ha sido traicionar a su propia historia. Historia forjada desde su separación de la Democracia Cristiana en los sesenta, en tiempos en que marcaba distancia con cualquier forma de izquierda, pasando por las épocas en que prefirió pactar con el APRA de Haya de la Torre antes que con los grupos marxistas de la Asamblea Constituyente de 1978, rechazando el propio Bedoya la posibilidad de presidirla con los votos izquierdistas. O pasando por cuando se sumó al proyecto liberal de 1990 para revertir la crisis desatada por el modelo velasquista. De esa historia, hasta el PPC actual, socio de Tierra y Libertad, del SUTEP y Patria Roja, edulcorado representante de la derecha más rancia y oligárquica y posible aliado de la propia Fuerza Social para las elecciones de 2014, han quedado tan solo las cenizas.
Si en algo el PPC ha seguido respetando su historia es en la reincidencia de no ser un partido ganador. Aunque hoy exista la ilusión de que algo ganó, su insana costumbre de perder, lo terminó atrapando una vez más.