Globedia.com

×
×

Error de autenticación

Ha habido un problema a la hora de conectarse a la red social. Por favor intentalo de nuevo

Si el problema persiste, nos lo puedes decir AQUÍ

×
cross

Suscribete para recibir las noticias más relevantes

×
Recibir alertas

¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Mi Pequeña Aportación escriba una noticia?

A propósito de la Cumbre sobre el Clima

02/12/2015 03:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Parece haber consenso sobre la influencia del desarrollo industrial en el calentamiento global y, como consecuencia, en el cambio climático

La celebración de la Cumbre del Clima de París parte del hecho de que parece haberse establecido, más allá de todo escepticismo, que el cambio climático derivado del calentamiento global es una realidad; no sabemos si irreversible, o todavía no, y que, en opinión de los expertos, pertenecientes, en su mayoría, a los países desarrollados, es imprescindible adoptar medidas, decididas y estables en el tiempo, para limitar, controlar y, en última instancia, reducir, el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros contaminantes.

Esto parece que propiciará un nuevo foco de tensión entre los países desarrollados y los emergentes, con el telón de fondo de la economía y el desarrollo industrial, y que será utilizado para justificar ante las poblaciones de los países ricos las medidas de todo tipo que, tal vez, se vayan poniendo en práctica contra las economías emergentes.

La contaminación del aíre en Pekín (ahora, Beijing), que estos días vemos en los telediarios y que “no permite la visibilidad más allá de 100 metros” no debe de ser peor que el famoso “smog” londinense que existió entre el último tercio del siglo XIX y, casi, 1960; ambos fenómenos de contaminación extrema son el resultado del desarrollo industrial ineficiente y acelerado, basado en el carbón y en tecnologías poco evolucionadas.  El episodio que forzó la búsqueda de una solución al problema del smog en Londres es conocido como el «Great Smoke» de 1952; se calcula que en los cinco días que duró, murieron 4.000 personas, y en el transcurso de las dos semanas siguientes, 8.000 más, llegando a la escandalosa cifra de 12.000 muertos, además, 100.000 londinenses sufrieron enfermedades respiratorias o pulmonares.

En la actualidad, el análisis de esta cuestión se enfoca como un problema de ámbito global, frente a la consideración en términos de episodio local que se aplicaba hace algo más de 60 años.

En este escenario, se manifiesta con insistencia, cada vez con más claridad, que la continua degradación del medio ambiente, cuya intensificación va más allá de lo que parece reversible, está asociada al despegue de las grandes economías industriales emergentes, china e india, fundamentalmente, que, nos dicen, son ahora los malos de la película en relación con la destrucción del medio ambiente, aunque, en realidad, solo están poniendo la guinda del pastel que los países desarrollados llevan casi 200 años cocinando.

No se  habla suficiente, sin embargo, de la contaminación y las emisiones a la atmósfera generadas por los innumerables conflictos armados activos; tanto por los explosivos de todo tipo utilizados profusamente, como por las emisiones de los numerosos vehículos terrestres y aéreos que intervienen en ellos y por las acciones específicas orientadas a la destrucción de reservas energéticas (sobre todo petrolíferas) de los contendientes.

En materia de destrucción medioambiental, las grandes economías industriales emergentes están poniendo la guinda del pastel que las economías desarrolladas llevan casi 200 años cocinando

El caso de los vehículos es claro, pues, sin duda, están lejos de cumplir cualquier normativa de emisiones en vigor, entre otras cosas, porque, en su mayor parte, se trata de vehículos construidos de acuerdo a los estándares de hace 20 o 30 años.

Además, muchas acciones bélicas en países remotos tienen como objetivo las fuentes de energía de los bandos en conflicto, lo que da lugar a la quema en la atmósfera de cantidades ingentes de productos petrolíferos, tanto en los yacimientos y refinerías, como por la destrucción de vehículos de transporte. Por ejemplo, los famosos bombardeos actuales de convoyes de camiones cisterna de DAESH en los territorios de África controlados por esa organización. Recordemos, igualmente al respecto, las catástrofes medioambientales producidas en la guerra Iran-Irak, en los años 80 del siglo pasado, que afectaron a la atmósfera, por el incendio de yacimientos y refinerías, y al mar, por los vertidos procedentes de instalaciones de trasiego de crudo y de grandes petroleros.

La imposición de límites a las emisiones contaminantes, una vez más será un freno para el desarrollo de los países pobres que, además, serán los que más van a sufrir los efectos del cambio climático, como ya estamos viendo: huracanes, inundaciones, mareas extraordinarias, etc., que causan víctimas y devastación en los países pobres por su menor capacidad de prevenir los efectos y de recuperarse después de las catástrofes que, además, destruyen sus ya de por si precarias infraestructuras. Los países más desarrollados evacuan a sus ciudadanos de las áreas de riesgo, atienden adecuadamente y con urgencia a los damnificados y reconstruyen rápidamente las infraestructuras destruidas; actuaciones que no están, en general, al alcance de los países pobres.

Por otra parte, el sistema de compra de derechos de emisión por los países desarrollados es una forma de seguir contaminando a costa de hipotecar el desarrollo futuro de los países más pobres. En efecto, la compra de los derechos de emisión a los países pobres permite que los países desarrollados continúen contaminando por encima de los límites establecidos, mientras que los países más pobres, que no tienen capacidad de contaminar en la actualidad, por su carencia de infraestructura industrial, no podrán contaminar más adelante, cuando alcancen el suficiente desarrollo para ello, pues la capacidad de soportar contaminación de La Tierra ya estará agotada.

Puesto que el calentamiento global se traduce en un incremento de energía en la atmósfera, parece necesario poner en marcha procesos, no contaminantes y controlables por la humanidad, que sean capaces de extraer energía de la atmósfera, lo que, además de reducir de nuevo la temperatura global, podría aportar una nueva fuente energética, inexplorada hasta ahora, de carácter renovable; he aquí un importante desafío para la Ciencia y la Tecnología en el primer tercio de este siglo, del que ya ha transcurrido, prácticamente, la mitad.

 


Sobre esta noticia

Autor:
Mi Pequeña Aportación (23 noticias)
Visitas:
3880
Tipo:
Opinión
Licencia:
Distribución gratuita
¿Problemas con esta noticia?
×
Denunciar esta noticia por

Denunciar

Comentarios

Aún no hay comentarios en esta noticia.