Anta Claus, conocido en Chile como “El Viejito Pascuero”, recibe hoy los pedidos de regalos de los niños a punta de esfuerzo y vocación ya que, pese a los 30 grados centígrados del verano austral, viste un grueso traje invernal. El tradicional personaje de las festividades navideñas, sin embargo, fue retirado de algunas calles capitalinas, donde habitualmente se fotografiaban con los niños, y varios de ellos ahora están, gracias al mercadeo, en los grandes centros comerciales. Sentados en cómodos sillones rojos y siempre rodeados de bellas asistentes, estos Santa Claus de centros comerciales escuchan a todos los niños, pero si quieren una fotografía con él, sus padres deberán exhibir un comprobante de pago de una tienda del lugar. En la Plaza de Armas de Santiago, donde siempre hubo varios “Viejitos Pascueros” con sus blancas barbas, gorros y trajes de invierno, este año solo está uno de ellos, en una imponente instalación de una empresa comercial. Esta tradición se ha impuesto en Chile, a pesar de las protestas de sectores que defienden la tradición cristiana y que añoran los pesebres en conmemoración del nacimiento del Niño Dios. Los tradicionales villancicos navideños, herencia de la cultura hispana, acompañan los esfuerzos de los comerciantes por atraer clientes y en los grandes centros comerciales se escuchan grabaciones o coros en vivo interpretando estos cantos. El consumismo, como siempre, pasa a convertirse en una característica de la fecha, una de las más esperadas por el comercio, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia Católica por recuperar el sentido cristiano, solidario y fraterno que inspira el nacimiento de Jesús. Pero más allá del consumo, son los niños quienes gozan con Santa Claus, quien trae regalos y alegría desde el Polo Norte a un caluroso Chile, que todos los años lo espera con temperaturas superiores a los 30 grados centígrados a la sombra.