Es una enfermedad crónica que ocurre cuando el ácido o en ocasiones bilis refluye hacia el esófago por lo menos dos veces por semana irritando la mucosa y provocando los síntomas de reflujo gastroesofágico. Puede haber sensación de reflujo y dolor por detrás del esternón.

La mayoría sobrelleva estos síntomas cambiando su estilo de vida y tomando medicamentos que mejoraran temporalmente estos síntomas.

Otros síntomas pueden ser: ronquera, dolor de garganta, tos crónica, dificultad para tragar ó regurgitación de alimento.

Los pacientes con reflujo presentan un esfínter esofágico inferior incompetente y débil provocando una irritación de la mucosa del esófago (esofagitis), con el tiempo esta irritación puede provocar erosiones del esófago que pueden llegar a producir sangrado, estrechamiento del esófago e incluso aumentar la predisposición a cáncer de esófago (Esófago de Barret).

Los factores que aumentan el riesgo de presentar reflujo son: obesidad, tabaquismo, alcohol, embarazo, diabetes, hernia hiatal entre otros.

Existen varios métodos que pueden apoyar al diagnóstico de esta enfermedad como estudios de rayos x, endoscopia, ph metría (prueba que monitorea la cantidad de ácido en el esófago a través de un catéter introducido por la nariz hacia el esófago), manometría (una prueba que evalúa la movilidad y la presión del esófago).

La mayoría de los pacientes responde al tratamiento médico con modificación del estilo de vida, evitando el tabaco, alcohol y alimentos grasos.

Dentro de los medicamentos, se incluye antiácidos, antagonistas H-2 y otros inhibidores de la bomba de protones como el omeprazol.

En ocasiones donde los medicamentos no funcionan o quieren dejar de tomar medicamentos se les puede ofrecer tratamiento quirúrgico como funduplicatura.

Al igual que otras enfermedades también existen técnicas avanzadas de mínima invasión (laparoscopía) para tratar el reflujo gastroesofágico llevando a una recuperación más rápida y mejorando la calidad de vida.

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