Esto nos pasa a todos, si conocemos a alguien solo sabemos que es único, pero no podemos decir de él casi nada, a no ser describirlo físicamente… pero qué siente, qué piensa, sus costumbres, hábitos eso es imposible. A nosotros tampoco nos pueden conocer a simple vista ¡sabemos mostrar nuestro mejor perfil! Siempre vamos a ocultar defectitos y dejamos ver nuestras virtudes; eso me recordó una expresión de mi papá: “éste muchacho se pintó de cuerpo entero”

Lo decía cuando la persona dejaba salir su yo, en muchas ocasiones no le brindaba confianza; las personas se disfrazan, no son auténticas, será el tiempo y la continuidad que nos permitirá conocerlas mejor dejándonos ver algo más.

Normalmente son los defectos los que van saliendo y lo hacen más rápido que las virtudes.

No nos gustaría que la expresión que usaba mi papá la utilicen en nosotros; entonces no hay que preocuparnos por los supuestos defectos de los demás, que hacen o dejan de hacer; mejorar es criticarnos, no criticar al vecino.

Jamás debemos darnos el lujo de “reírnos de los demás”

Ser confiable es ser prudente y brinda seguridad a los demás y entereza a nosotros; con acciones positivas uniendo fuerzas invitamos a caminar juntos para conseguir grandes logros. Porque siempre que dos o más personas se unen en espíritu de colaboración aparece la magia de la verdadera amistad.

Estemos dispuestos a mejorar nuestro estilo de vida entregando cualquier sentimiento que fluya sin basarse en condiciones.

Evitemos las sensaciones negativas que en algún instante podemos sentirlas, pero hay algo que jamás debemos darnos el lujo, es el “reírnos de los demás” es así como dejamos de ser confiables; es hora de conseguir un poquito de la inteligencia de los sabios que nos dicen que “el camino para lograr libertad, felicidad y confiabilidad es aprender a reírnos, pero de nosotros mismos” dejamos crece la confianza en nosotros que es básica para enfrentar cualquier situación por difícil que esta sea.

Iris Delgado De La Torre Bueno