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El pasado día 7 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó el Índice de Mejores Trabajos que analiza las condiciones laborales de 17 países de América Latina a través de medidores de empleo en cantidad (tasa de participación laboral y ocupación) y calidad (tasas de formalidad y trabajo con salario suficiente para superar la pobreza) con puntuaciones de 0 a 100 (donde 100 significa máximo trabajo formal con salario suficiente). Con mayor puntuación figuran Uruguay (71.9) y Chile (64.9): Perú ocupa el 12° puesto (54.7) debajo del promedio de América Latina (57.1). Aunque nuestros medidores de cantidad son altos (participación laboral 81.1 y ocupación 78.4), en calidad son muy bajos, informalidad (puesto 14° con 16.5 puntos) y sueldo insuficiente (puesto 12° con 42.8 puntos).
La generación de empleo de calidad en nuestro país ha sido casi nula los últimos años; de cada 10 empleos generados solo 2 son de calidad, los empleos en empresas formales de 10 a más trabajadores ha crecido a tasas inferiores al 1%, este año se han creado solo 0.4% de empleos y 6.6% de la PEA cae mensualmente en desempleo, el desempleo juvenil es 3 veces mayor que en adultos; respecto a 2016 se perdieron 160, 000 empleos formales, aparecieron 300, 000 nuevos empleos informales y unas 250, 000 personas entrarían al subempleo el 2018. Además, el gobierno prometió la creación de un seguro de desempleo pero ha sido postergado y está casi descartado por la alta informalidad laboral.
Nuestro mercado laboral presenta una altísima informalidad (70%) y muy baja productividad, según la investigación Trabajo Decente en América Latina 50% de trabajadores recibe menos del sueldo mínimo (actualmente S/.850, el 7° más bajo de América Latina y El Caribe), además, nuestras brechas salariales entre hombres y mujeres bordea el 40%, y, entre 2014 y 2016 las remuneraciones medias reales de trabajadores formales se redujeron 0.5%. Nuestro PBI per cápita (ingreso promedio por ciudadano) bordea los US$ 5, 500 (menos de la mitad que Uruguay, Chile o Panamá).
Bajo este panorama, para incrementar el empleo de calidad (incorporación a planilla, acceso a seguridad y previsión social) y la capacidad adquisitiva de las remuneraciones promedio es imprescindible mejorar nuestra capacidad económica nacional, y para ello, debemos reducir la informalidad laboral, promover la estabilidad laboral, mejorar la industrialización, elevar la productividad y fomentar la capacitación de los jóvenes para aumentar la mano de obra calificada.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 18 de noviembre 2017