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Se estrena en DVD una de las primeras películas protagonizadas por el actor Michael Douglas
Eso sí, tenemos la oportunidad de ver a Michael Douglas en uno de sus primeros papeles, uno de esos papeles que agradan a los actores novatos porque la historia gira en torno a su personaje y porque sobre el papel es una de esas interpretaciones que dotan de carácter a cualquier carrera. No obstante, uno se pregunta (quizás un tanto adormecido) si en otras manos la película hubiera tomado un vuelo más alto, o si el guión primigenio ya apuntaba a la simplicidad o a la grandeza. Pregunta baladí sin duda, pero es algo difícil de no tener en cuenta mientras uno repasa imagen tras imagen y tópico tras tópico, o se sonríe enumerando la cantidad de frases hechas que jalonan un diálogo de por sí no demasiado complejo, pero que se ve con cierta nostalgia al observar cómo algunas películas envejecen tan rápido. Como es de suponer, todo el film se sustenta en la lucha del protagonista en demostrar a todos que es un gran corredor, aunque nadie le crea y aunque todo parezca conjurarse contra él. En todo caso, no desgranaremos el final, pero hay que decir que el espíritu olímpico consigue permanecer incólume, de ahí quizás el poso antiguo que destila el film, en un momento como éste, en que poco queda de ese espíritu inventado por aristócratas europeos del siglo XIX.
Como es de suponer, todo el film se sustenta en la lucha del protagonista en demostrar a todos que es un gran corredor, aunque nadie le crea y aunque todo parezca conjurarse contra él
Podríamos dar cuenta de historias parecidas en las que el deporte y la vida toman senderos paralelos, sobre todo en la historia del cine de los últimos treinta o cuarenta años. Veríamos entonces cómo se parece Running a un mejunje de lo mejor y lo peor, de lo ridículo y lo sublime, sin sorprendernos demasiado de su inocencia y disfrutando, en la medida de lo posible, de esta producción canadiense cuya carta de presentación es precisamente su anacronismo. No hay que olvidar que los Juegos de Montreal fueron un desastre económico para los organizadores y son considerados por muchos como los últimos juegos románticos, antes del fin del amateurismo, antes de Samaranch y antes del Dream Team, por lo que la cinta que nos ocupa mantiene cierto grado de equidad respecto a lo que es (un film de carácter meramente televisivo) y lo que pretende ser (una suerte de última oportunidad para el deporte en sí mismo), lo que nos da una idea clara del tipo de producto que vamos a visionar. De todos modos, uno agradece que a veces nos ofrezcan un producto sin pretensiones, una historia sencilla rodada sin aspavientos y con un metraje que apenas llega a la hora y media, aunque esa historia la conozcamos de antemano, y aunque el nudo dramático sea de una sobriedad casi insultante. Eso sí, no le otorgaremos virtudes que no tiene, porque el deporte ha dado obras de una magnificencia incomparable y porque no son suficiente las buenas intenciones para filmar un film que se ve tan fácilmente como se olvida, aunque nos quede el regusto de lo que podría haber sido en otra época y en otras circunstancias, de cuando el cine nos ofreció un retrato pormenorizado de la comparación entre la vida y el deporte, como la excelente La soledad del corredor de fondo de Tony Richardson. Pero eran otros tiempos, aquellos en los que el free-cinema pugnaba por mostrar las contradicciones de nuestra sociedad, y no la de finales de los 70, de cuando empezaba a ponerse en boga el individualismo sacrosanto de la época Reagan. Si no fuera así, quizás hubiéramos visto otra película. Es una pena.