Cuando estaba en la universidad, mi compañero de trabajo, Beto, un conductor de carretilla elevadora, a menudo enriquecía mi vida con su sabiduría concisa y expresiva. Un día estábamos almorzando, sentados en la parte de atrás de su carretilla elevadora, cuando le dije que me estaba cambiando a otra universidad.

«¿Por qué?» —preguntó.

«Todos mis amigos están cambiándose allí» —contesté.

Beto masticó su bocadillo por un momento y luego respondió quedamente y con sutil ironía: «Imagino que esa debe ser una buena manera de escoger una universidad».

¿Es ésta la manera de escoger una universidad?, ¿Seguiré a mis amigos por el resto de mis días?, ¿Acaso no puedo yo mismo tomar mis propias decisiones?

Sus palabras me llegaron con una extraña fuerza y pensé: ¿Es ésta la manera de escoger una universidad?, ¿Seguiré a mis amigos por el resto de mis días?, ¿Acaso no puedo yo mismo tomar mis propias decisiones?, ¿Tendrán mis amigos siempre la razón?

Lo mismo sucede con el camino que conduce a la Salvación, dice las Santas Escrituras en Marcos 8:34, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». No importa lo que los demás hagan o qué dirección puedan tomar sus vidas, nosotros debemos hacer lo que Él nos pida.

Que Dios te bendiga.

Jaferlui

* El presente mensaje me fue enviado por Carmen Julia, solicitando su permiso lo comparto con todos mis generosos lectores.