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Kyle es un hombre que no puede recordar nada de sí mismo al estar en sueños, cuando duerme no sabe en qué parte recóndita de su mente podría estar... pero debe hallar por qué sueño sórdidos lo atormentan cada noche de su vida; dejando desprotegida su cordura
-Kyle.
Corriendo estaba, huyendo de algo pero no sabía de qué, corría con todas mis fuerzas hacia aquel lugar con estantes en sus ventanas y anuncios de neón, casi entrando me resbalo hasta caer frente a la alfombra más rústica que había visto en mi vida que decía “Welcome” pero era como si no desearan que estuviera ahí, todo estaba cerrado con la pintura desgarrada de las paredes como una flor marchitándose. Algo me agarra de los pies quitándome los zapatos, arrastrándome mientras gritaba sin que nadie me pudiera escuchar, tratando de aferrarme a algo, pero nadie ni nada estaba a mi alrededor, no quería voltear a ver qué era lo que me tiraba, simplemente no quería ver, todo se empezó a tornar oscuro y tétrico medida me halaba viendo cómo todo el mundo se desvanecía como hojas en invierno. –Kyle- Me decía una voz preocupada -¡Kyle!- comenzó a gritarme mientras me agitaba hasta despertar sin saber qué pasaba. -¿Quién eres?- le pregunté extrañado y con curiosidad a aquel hombre de ojos cafés que vestía una camisa de cuadros abotonada hasta casi llegar al cuello con sus mangas dobladas hasta los codos, con un cabello rizado de un color negro, tan oscuro como la noche misma, sentado en una silla a un lado de mí. Estuve esperando a que me diera una explicación de por qué estaba en una camilla en un cuarto de 4 paredes de color blanco con la luz revotando entre ellas, sabía que era una ilusión, pero no podía evitar sentir que eso era lo que pasaba, quería aferrarme a una idea clara antes de caer en la locura. –Soy tu tío, D.- dijo mientras tragaba saliva.- Kyle, ¿Me recuerdas? Dime que sí, por favor- decía casi suplicando mientras lloraba en mi hombro, no sabía quién era ese hombre, no podía creer que era mi tío, pero pensé que me podría dar una razón lógica del porqué estoy en un cuarto así, amarrado a una camilla que era demasiado incómoda para cualquier humano que hubiera en el planeta. Pensando tantas cosas en lo que al parecer era tan poco tiempo, mi mayor duda era ¿Por qué no me dice su nombre real sino un alias? Y ¿Por qué me suplica para saber si sé quién es él? –Tío- respondí mientras alzaba la mirada con un destello en los ojos - Claro que te recuerdo- mentí, pero necesitaba hallar el fondo de esto - Pero ¿Por qué no me dices tu nombre completo y estoy amarrado a esta camilla?- Al oír mis palabras su cara se encuevó en sus manos pasándose de la silla a la orilla de mi “cama” mientras empezó a llorar. -¡¿Por qué?!- Gritaba como si su pulmón fuera a estallar. Me empecé a asustar al ver esa reacción, supuse que me creían como un loco por las condiciones en la que estaba, pero tal vez no era el loco correcto el que estaba atado a esta camilla de hospital. –Tío, no estoy loco, suéltame, por favor- le dije con un poco de temor, no sé qué habré dicho pero empezó a reír con todas las ganas del mundo como si le hubieran colocado un arma en la cabeza para reír, podía ver las gotas que salían de sus ojos mientras su mirada se tornaba vacía y sin sentimientos mientras se carcajeaba. -¿Estás bien?- Le dije atemorizado de lo que pudiera hacerme estando en esas condiciones. –Estoy bien, demasiado bien, el problema aquí eres tú- dijo mientras cesaba los sollozos y las risas –Mi nombre real, Kyle, es Dante. Al escuchar ese nombre me dio un choque de emociones pero en especial un sentimiento de odio, mucho odio y rencor, de repente me encuentro acostado en una sala en la misma posición que estaba en aquella camilla pero esta vez en un sofá y sin ataduras, veo a mi alrededor a ver si mi “tío” se encontraba aquí, pero la sala blanca de 4 paredes con la luz rebotando entre sí era como si se hubiera desvanecido o se hubiera convertido en esta sala en un abrir y cerrar de ojos.
Hay un televisor en el canal 9 de noticias, el piso era de madera tan resplandeciente que se reflejaban mis pies con aquella luz tenue que aclaraba todo, mi sorpresa al voltearme fue ver una pared blanca que se extendía hasta donde podía alcanzar mi vista, con pinturas colgadas como La Gioconda de Leonardo Da Vinci, Guernica de Picasso, La Noche Estrellada de Van Gogh, La Persistencia de la Memoria de Dalí, El Juicio Final de Miguel Ángel y una infinidad de pinturas emblemáticas reconocidas en toda la historia con una breve descripción a sus pies. Me llamó la atención una pintura en específico, estaba enmarcada, de un paisaje de campo en las afueras de una ciudad, el fondo del paisaje está difuminado, y las casas son más pequeñas en la lejanía, para dar profundidad al cuadro, predominaba el color sobre el dibujo y el juego de colores era impresionante con colores fríos y cálidos, mi mayor sorpresa fue al ver la firma en la esquina inferior derecha “Kyle Jones”. Me eché hacia atrás viendo aquello, no podía recordar cuál era mi apellido hasta que lo vi como una firma, me puse a pensar, ¿Quién soy? ¿Qué es esto? Y lo más importante ¿Qué hago aquí? No recuerdo nada acerca de mí, tomé el cuadro que creo que he hecho y lo coloqué en el piso para ver de cerca si había algo que pudiera hacerme recordar sobre mi pasado o quién era yo.
Al momento de colocar el bosquejo en el piso, la pantalla del televisor comienza a quebrarse desde todas sus esquinas hasta el centro en una línea unidireccional, el piso resplandeciente de madera se empezó a pudrir colocándose como aserrín mientras salían bichos e insectos de todas partes, el color acogedor de las paredes se empezó a desgarrar mientras los pedazos de pintura que caían destrozaban el suelo podrido, las paredes empezaron a tomar un color negro mientras la luz tenue se volvía más brillante hasta el punto de cegar si la veías directamente, con un brillo casi tan potente como el sol y las paredes tan oscuras como una sombra.
Las pinturas comenzaron a deformarse, La Gioconda de Leonardo Da Vinci le comenzaron a salir cuernos, el fondo se volvió completamente negro y desarrollaba una mirada de malicia, Guernica de Picasso empezó a revolverse en sí misma en contra de las agujas del reloj, en La Noche Estrellada de Vincent Van Gogh los colores fríos se volvieron cálidos mientras las casas de la lejanía se incendiaban, La Persistencia de la Memoria de Dalí tomó tonos morados y negros mientras todos los relojes se colocaron firmes y marcaban la misma hora, 3:30 a.m, y por último El Juicio Final de Miguel Ángel permaneció intacta a excepción de que las personas iban desapareciendo poco a poco excepto las que quedaron en el agua que tomaron una posición extraña, los humanos de esta pintura le salieron alas negras y comenzaron a salir transformándose en cuervos mientras mantenían la cara humana maquiavélica a excepción de que conservaban aquel pico puntiagudo y me veían a mí como su festín, intenté correr pero no había ninguna puerta ni ninguna ventana por la que pudiera escapar. Todas las pinturas que había después de esas 5 simplemente se esfumaron y esa pared que las albergaba a todas se redujo como las demás, asimismo aquel sofá en el que desperté con la habitación de mis sueños permanecía intacto como si todo lo que ocurriese era normal, fue el único que no se deformó mientras las paredes empezaban a cerrarse rápidamente, me coloqué sobre él para evitar el suelo que se despedazaba con cada paso que daba, me di cuenta que lo único que permanecía igual era ese sillón y el cuadro que probablemente he pintado.
Los cuervos se acercaban a mí a gran velocidad, empezaron a desprenderme pedazos de piel y a cortarme con sus garras y picos afilados mientras trataba de proteger mi cuadro, era el único que no se alteró y podría contener pistas sobre mi pasado. Vi que el sillón contenía gran cantidad de sangre, supuse que se estaba trastornando como todo lo demás hasta que vi que escurría a través de mis brazos y mi cara, trataba de gritar pero no tenía voz, es como si estuviera mudo, no podía ver por esa luz incandescente, no podía observar por la nube de cuervos que había a mi alrededor ni escuchar por los gritos de agonía que me ensordecían en torno a mí, ya no podía aguantar más esta lucha por sobrevivir, en aquel sillón que desperté en el lugar soñado, sería el mismo en el que moriría en mi pesadilla, simplemente decidí perder ante la muerte…