Pudo ser una verdadera tragedia. Conectados hacia al cronómetro de un teléfono celular fueron encontrados ayer nueve cartuchos de dinamita a punto de estallar en una galería de pleno centro de Gamarra, en La Victoria. Expertos de la Unidad de Desactivación de Explosivos (Udex) trabajaron cerca de una hora para retirar la bomba que habría destruido gran parte del centro comercial.

Cerca de las 13.00 horas, cuando concluía un pasacalle organizado por el municipio de La Victoria, una llamada telefónica a la Central 105 de la Policía Nacional daba cuenta de la existencia de una "bomba" en la galería Yuyi, ubicada en la cuadra ocho del jirón Gamarra.

De inmediato llegaron a la zona policías de la Udex que lo primero que hicieron fue evacuar el lugar hasta dos cuadras a la redonda. Luego ingresaron al baño de varones del primer piso del centro comercial.

Las autoridades denunciaron que los propietarios de las tiendas y el personal de seguridad impidieron en un primer momento la evacuación del edificio, cerrando las salidas de emergencia del local.

EXPLOSIVO ELECTRÓNICO. La sorpresa de los agentes especializados fue tremenda cuando confirmaron que se trataba de nueve cartuchos de dinamita. Pero eso no era todo. Estaban conectados hacia un teléfono celular que tenía el cronómetro encendido.

Es así que con trajes antibombas y modernos equipos, los policías ingresaron al local para desactivar las cargas de dinamita. Después de casi una hora recién se pudo confirmar que la emergencia había sido controlada.

"Las personas que colocaron este explosivo sabían que podía detonar en cualquier momento. Estamos analizando las conexiones, pues cabe la posibilidad de que habría bastado una llamada al aparato para que se origine la explosión", explicó uno de los agentes expertos.

Detalló además que "todo estaba perfectamente conectado. Han utilizado un sistema electrónico, todo era cuestión de tiempo".

ES UNA EXTORSIÓN. Fuentes policiales señalaron que en diferentes pisos de la galería se hallaron panfletos en los que amenazaban de muerte a los propietarios del edificio de nueve pisos.

Es más, en una de las inscripciones, los criminales exigían el pago de 10 millones de dólares a cambio de "respetar la vida de los dueños".