Aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI, en Perú han muerto al menos 34 campesinos indigenas por oponerse a que se extraigan recursos del territorio que ellos habitan sin tenerlos en cuenta en los beneficios que de los mismos deriven.

No podemos evitar retrotraernos al año 1492, cuando en nombre del progreso y de Dios, Colón descubrió la América indígena y se extrajeron las riquezas que pertenecían a los mismos para enviarlos a la corona española.

Hoy el líder indígena Alberto Pizango, perseguido por el gobierno del Perú, presidido por Alan García, ha pedido asilo en la embaja nicaragüense y se convierte por defender los derechos e intereses indígenas en el malo de esta película y aparece como el responsable de las muertes ocurridas en las selva amazónica del Perú.

En Perú han muerto al menos 34 campesinos indigenas por oponerse a que se extraigan recursos del territorio que ellos habitan sin tenerlos en cuenta en los beneficios que de los mismos deriven

La Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), de la que Pizango es presidente, quería defender derechos de los indígenas que consideraban relegados y fueron reprimidos por la policía peruana con el saldo antes mencionado.

Una vez más ocurre una prueba de que los protocolos de derechos humanos que se escriben con la mano se borran con el codo en el momento de aparecer el dinero en juego, mientras las organizaciones supraestatales miran por la televisión lo hechos.