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Vientos de cambio en América Latina. ¿A dónde vamos?

07/03/2016 16:20 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Vientos de cambio en América Latina. ¿A dónde vamos?

Erick Yonatan Flores Serrano

Coordinador General del Instituto Amagi - Huánuco

"La libertad no consiste en tener un buen amo, consiste en no tenerlo". Cicerón

El año 2015 no podía terminar de la mejor manera, las sociedades de América Latina manifestaban su hartazgo con los regímenes estatistas de Venezuela y Argentina, el agotamiento progresivo del sistema político-económico era incuestionable. El socialismo (del Siglo XXI) había destrozado todo el aparato productivo de estos países y la sociedad había llegado a un nivel de degradación que, si el fin del modelo no terminaba en las urnas, terminaba con una grave crisis social. A estas dos alentadoras circunstancias se sumó, el mes pasado, la extraordinaria noticia que provenía desde Bolivia, la sociedad boliviana había decidido, a través de un referéndum, ponerle fin al mandato del indocto presidente Evo Morales. Todos estos hechos no hacen más que generar (mucha) esperanza a lo largo del continente. Pero, ¿son estos acontecimientos un motivo para celebrar? A continuación, presentaré algunas ideas que podrían cancelar la fiesta y deberían, si de verdad se quiere el cambio, orientar la nueva plataforma de lucha que debe hacerse en toda la región. image Los casos mencionados son procesos que ya han dado resultados, en Argentina, Venezuela y Bolivia, la gente ya no tolera los regímenes que, durante varios años, se han encargado de castrar sus posibilidades de formar parte del selecto grupo de países que se integran al primer mundo. Las constantes metidas de pata de estos gobiernos, sumado a la necesidad de cambio que crecía en medio de la sociedad, han dinamitado la continuidad de una estructura política-económica que, valgan verdades, no da para más. Procesos similares se están dando en toda la región, algunos países con más cansancio, otros con menos, pero al fin y al cabo, todos están apuntando hacia el mismo norte. El cambio político deliberado. Sin embargo, debo decir -con bastante realismo- que los cambios que se avecinan (junto con los que ya se han dado) no mejorarán la situación de estos países en el mediano y largo plazo, en algunos casos, ni siquiera podríamos hablar de cambio. Todo lo que está ocurriendo en América Latina se basa en atacar la figura que representa el poder. La salida de los Kirchner, la estocada al poder de Maduro, la imposibilidad de una nueva re-elección de Morales, estos casos sólo desnudan el principal problema de estos procesos.

Al concentrarse en derribar al tirano, olvidan que el verdadero problema de estos países es el sistema político-económico, de nada servirá que el tirano desaloje el poder si el problema radica en la estructura del poder. Cuando Maximilien Robespierre reclamaba libertad, igualdad y fraternidad, no quería liberar al pueblo francés del absolutismo monárquico, lo que quería era cortar la cabeza del rey e imponer, con un poquito más de "decencia", una estructura de poder donde sean los jacobinos los que mandasen. La revolución francesa, desde que la hicieron los jacobinos, nunca tuvo el viso de libertad y justicia que le habían impregnado los girondinos. Fue un crimen histórico cobarde y sangriento. Derramar la sangre real de la opresión para imponer una nueva forma de dictadura, sólo que con una constitución que hace que la gente crea que es "libre" y que se han quitado las cadenas cuando es todo lo contrario.

Es una pena que las oposiciones de todos estos regímenes terminen encarnando los mismos ideales de los jacobinos. Macri, con lo que lleva en la gestión, no es un cambio sustancial, sólo representa la rotación en el poder. La nueva asamblea venezolana y toda la oposición buscan que Maduro renuncie, ni se molestan en tratar de cambiar el sistema que sigue destruyendo a Venezuela. Evitar que Evo se re-elija no significa mejorar, sólo es dejar la puerta abierta para cualquier otro tirano. Aunque quiera, no puedo augurarles alguna mejora a estos tres países, la endeblez de sus procesos sólo garantiza que seguirán "disfrutando" del mismo podrido producto, sólo que ahora viene con nueva envoltura.

Entonces, ¿a dónde vamos en América Latina?, pues lamentablemente nos dirigimos al mismo lugar en donde comienzan los problemas. Todo este proceso es circular, siempre inicia con la elección de un mesías iluminado que representa el cambio en las elecciones, luego vemos con asombro como va amoldándose al modelo establecido, más adelante comenzamos a cansarnos y exigimos "un cambio", y, al final, terminamos materializando el cansancio y elegimos a otro. El proceso se repite una y otra vez, y no hay cuando mejore la situación. Y lo peor de todo, como si faltase algún ingrediente que agrave nuestra calamitosa situación, cuando es hora de pedir un cambio, pedimos una dosis mucho mayor de aquello que nos está destruyendo. ¿Alguien se imagina a un diabético exigiendo azúcar para su tratamiento? Pues ahí están las mayorías de América Latina. Esa es la triste realidad de nuestra región. La insana creencia que la política puede resolver alguno de nuestros problemas cuando, casualmente es la política, la culpable de la mayoría de nuestras desdichas.

Lord Acton decía -en relación a la política, claro está- que: "El poder corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente"; y no podía haber estado más acertado. Existe sólo una forma en que el poder político puede materializarse y es a través de una estructura que conocemos como Estado. ¿Cuál debe ser la base de nuestro reclamo?, si entendemos que la política es el problema y el Estado es la materialización del poder político, la base de todo cambio está en reducir el poder político, ergo, reducir la capacidad que tiene el Estado para hacerle daño a la gente. Volviendo un poco a la historia que contaba más arriba, esta era la intención que tenían los girondinos, no querían descabezar al rey pero buscaban reducir, a través de reformas progresivas, el poder discrecional de la monarquía e ir otorgando, en forma gradual, mayores libertades a los franceses que vivía bajo el yugo de la corona. Muchos apuntan las miras a las figuras que representan el poder (Maduro, Morales, etc.) pero cuando estos tiranos dejen el poder, ¿qué sigue?, ¿quién se hace con el poder? Pues hay que saber que en cada proceso de cambio, hay un Robespierre que espera paciente la oportunidad de saciar su hambre de poder.

Es ese el sentido que debemos adoptar en nuestra región, comenzar a discutir el sistema político-económico, quien esté en el poder es lo de menos. Cuando se tiene una estructura incapaz de hacernos daño, si el presidente es un chofer socialista como Maduro, o un conspicuo tecnócrata europeo, da exactamente lo mismo. Lo realmente importante es la estructura política-económica. Nicolás Maduro les hace mucho daño a los venezolanos porque la condición de posibilidad -el Estado- que le otorga su poder es muy grande, en cambio Malcolm Turnbull, por más que quisiera, no tiene forma de perjudicar a los australianos, su capacidad de hacer daño es insignificante. El sistema legal de Australia limita el poder político, el sistema legal de Venezuela refleja el poder político.

En este contexto y habiendo puesto los puntos sobre las íes, en América Latina queda un larguísimo camino por transitar. El agotamiento sistemático del modelo es inevitable, todos los regímenes estatofílicos caerán en un futuro cercano y esto debe ser una alerta. Una alerta que nos obligue a reflexionar, debemos responder si de verdad estamos preparados para encarar un proceso que ha comenzado en toda América Latina. Con el tiempo los Castro caerán en Cuba, Correa y Ortega se despedirán sin gloria de Ecuador y Nicaragua respectivamente, Bachelet y Rousseff ya están con graves síntomas en Chile y Brasil, y, de esta forma, en toda la región la gente ha comenzado a manifestar -inconscientemente- su rechazo al sistema. Será determinante, en el horizonte cercano, que aquellas ideas que han demostrado funcionalidad en la realidad, puedan posicionarse en el imaginario de la sociedad. Ese es el gran reto que tenemos los que de verdad queremos un cambio estructural, el reto de lograr penetrar en el mundo de las ideas y conseguir que la gente dirija toda su energía hacia lo que de verdad necesitamos en la región, la única cura para la politicofília es una ingente y necesaria dosis de libertad.


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